Una sana práctica en las comunicaciones es evitar en el discurso palabras categóricas como “todas”, “ninguna”, “completamente”, “totalmente”, “nada”, “nunca”, porque principalmente más que fonemas, expresan en el fondo una forma de concepción absolutista.

 

 

Esto viene como reflexión en el momento de apreciar algunos comentarios con respecto a los traspiés revolucionarios, como el ocurrido en las elecciones del 6 de diciembre en Venezuela. Para algunos es muy fácil hablar en estilo condenatorio después de ocurridos ya los hechos -aunque tales condenas tampoco carecen de veracidad-. Este es también un llamado a mirar que hay de cierto en lo que el otro dice, ya que nadie saca conclusiones ajenas a la realidad; pero siempre hay que entender los intereses que animan a las partes en debate.

 

Los párrafos anteriores vienen porque se presentan diferentes posiciones frente a los hechos, a su interpretación y salidas, pero que deben tener como alternativa, responder al llamado de: "¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad! Para salvar la Patria, para salvar la Revolución, para salvar el futuro"; de ahí que una verdadera crítica a los revolucionarios, es hacer la revolución. Expresión que es por demás un factor de mesura y de unidad, si va más allá de la retórica. No vale hacerse a un lado y excluirse de la responsabilidad. Estas palabras van dirigidas tanto a los más “radicales”, como a los más “moderados”. Pues, no son más que simples calificativos. Lo importante es ver hacia donde se dirige el río y en qué dirección lo empujan sus afluentes.

 

Sin desconocer que en la vida se cometen errores, contribuye  bastante entender y aplicar el concepto de Marx de la Revolución permanente para afianzar y continuar lo iniciado. Por que existen quienes critican la falta de pureza del proceso en Venezuela, pero son incapaces de apreciar –y mejor, apoyar- una vía venezolana hacia la revolución. Marx, no estuvo de acuerdo inicialmente con los acontecimientos previos a la Comuna de París, pero desencadenados ya los hechos, la apoyo irrestrictamente y de la que sacó claras y profundas enseñanzas.

 

Cuando se vuelve sobre los objetivos máximos de la ley del plan de la patria 2013-2019, salta a la vista el proceder canalla, infame y criminal de quienes impulsan el bloqueo a su implementación. Es crucial apoyar a los dirigentes venezolanos que quieren superar el capitalismo, la opresión y las penurias de la población. Por eso una crítica consecuente a la revolución es impulsar la revolución. La construcción del poder popular hará que el camino hacia la nueva sociedad sea irreversible.